LOS RÙSTICOS & POWER TRIP de sus choferes
Siempre manejè. Desde los 18 años estuve al frente de mi primer y ùnico carro, un Fiat Uno que me llevò y regresò de la universidad por casi cuatro años. A los 4 meses de tenerlo ya tenìa, segùn mi padre, "màs porrazos que una campana de bomberos". Ahì guardaba gran parte de mis libros y apuntes y pare de contar, por lo que -tambièn segùn mi padre- parecìa un sòtano. Durante algùn tiempo sirviò para otros propòsitos, pues ni yo ni mi amigo de aquella època tenìamos para costear el gasto del lecho y el Fiat cumplìa reservado. Eso durò hasta que oì que el sexo en el carro terminaba por empavarlo. Y no sè si por conjuro o por decreto o por ser ese su irreductible final, tuve que venderlo luego de un choque y comenzò mi vida de peatona.
Hace poco, y por razones muy largas de explicar, comencè a conducir de nuevo. Si bien es una comodidad y supone cierto grado de independencia -no cuando se està atrapado en tràfico a nivel superlativo-, tiene sus bemoles: los que suspenden la mano en la corneta por todo y por largo tiempo y deberìan ser multados como en otros lugares del mundo en los que el ruido es contaminaciòn ambiental; los que nunca sienten que deben hacer cola y por eso toman atajos que no lo son y cortan la cola aparecièndosele a uno lateralmente y apetece patearlos; los que no soportan que exista gente que no quiera comerse la luz y revientan la corneta y te gritan hasta que lo haces -nunca les doy el gusto-; los que siempre quieren ir tan veloces y se te montan detràs del parachoques para que los dejes pasar, y muchos otros.
Soy especialista en hacerles perder la paciencia a todos los anteriores, quienes por cierto y generalmente guìan rùsticos o jeeps con enormes ruedas o Blazers o sucedàneos.
Es muy fàcil, en lo que los veo venir arrogantes y con el power trip que el camiòn les ofrece, les saco la mano y les sonrìo. Esa no la admiten viniendo de una chica de edad madura y en un Corolla cuyo año no revelarè. Les enferma.
Como ya he sufrido algunos episodios fuera de orden en esta ciudad y en otras, me encomiendo a mis acumulados de bondad y buen karma, no vaya a ser que se me salga una patada voladora que alguna vez ya me ha ocurrido.
Los semàforos los cruzo con extrema lentitud para que se les vuele el fusible, ojalà, y trato siempre de pegarme todo lo que puedo del carro delante de mì para que asì no puedan los vivos colearse cuando hay colas.
Una vez iba para el cine con un amigo -una de mis yeguas apocalìpticas- y un pavito nos hizo un pique o nos tirò el carro -un Toyota como una catedral- o como quiera que se llame la afrenta en el argot de rùsticos. Le saquè la mano y tàcata y mi amigo, sin invertir mayor atenciòn, me dijo: "seguro que lo tiene mìnimo". Y esa noche en un segundo lleguè a esa clarìsima conclusiòn: ahì està todo el power trip de su vida, en su carro, en nada màs. Pobre, tambièn lo tendrà mìnimo.
lunes, 24 de septiembre de 2007
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